Juana I de Trastámara, más conocida como Juana la loca, nace en Toledo en 1.479, ocupando el tercer puesto en la línea de sucesión al trono. En 1.496 parte hacia Flandes para contraer matrimonio con Felipe de Habsburgo, duque de Borgoña y heredero al trono austriaco y la corona imperial.

La relación entre ambos esposos fue tormentosa desde el primer momento y agudizó los problemas mentales de Juana.

Convertida en heredera de los reinos de Castilla y Aragón, por la muerte prematura de sus hermanos, empieza a ser objeto de manipulación política por parte de su marido.

A finales de 1.504 muere Isabel la Católica y Juana se convierte en reina. Hasta 1.506 no regresa a Castilla y lo hace en una difícil situación personal por los continuos procesos depresivos y ataques de ira que sufre.

Las disputas entre Fernando el Católico y Felipe el Hermoso por el control del poder, conducen al último a convertirse en auténtico rey de Castilla. Mientras Juana va empeorando considerablemente ya que es consciente de la manipulación a la que está siendo sometida.
En septiembre muere Felipe y Juana queda sumida en una crisis personal absoluta. El poder de Castilla será regentado por Cisneros, el arzobispo de Toledo, con el que Juana mantiene una mala relación personal ya que le considera culpable de la situación de reclusión a la que se ve sometida.

A finales de año inicia el camino hacia Granada con el cadáver de su esposo, realizando un camino fúnebre que aumentará la leyenda de su locura.

Tras varias etapas, en agosto de 1.507 se recuentra en Tórtoles con su padre. Éste decide trasladar la corte a Santa María del Campo con el fin de imponer allí el Capelo Cardenalicio a Cisneros, por su colaboración en los últimos meses. Juana llega a Santa María con el cortejo fúnebre y deja el cadáver de su esposo en la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora.

Santa María es testigo de un fuerte enfrentamiento entre padre e hija ya que ella se niega en rotundo a presenciar el éxito de su enemigo Cisneros. Alegando que no quiere actos festivos en la iglesia donde se encuentra el cadáver de Felipe, conseguirá imponerse a su padre y trasladar el acto a la cercana localidad de Mahamud. Es posiblemente esta negativa una de las últimas decisiones que Juana adopta en su papel de reina, derecho al que se niega a renunciar.


En Santa María, Juana celebra el primer aniversario de la muerte de su marido con una enorme sobriedad religiosa. Tras estos actos es obligada a partir hacia la localidad de Arcos, donde su padre piensa convencerla de la necesidad de regresar a Burgos.

Juana se niega a volver a una ciudad que para ella tiene tan malos recuerdos y tras un año de estancia en Arcos, finalmente Fernando el Católico conseguirá trasladarla a Tordesillas donde quedará encerrada hasta el final de sus días.

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